De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Ella soñaba con ser libre, el universo era de color amarillo, porque él lo había pintado así para ella.
Cada ser, cada álma, había sido creado para ella.
Pero ella se sentía tan crédula, tan engañada. Que todo la aborrecía.
Soñó con un lugar de color ocre, una jungla púrpura y un lago color dorado, donde el agua era densa como un jugo de naranja recién salido de la exprimidora.
Soñaba que se bañaba en él.
Cada noche su mundo era de un color distinto. Un lago verde manzana, una ciudad embrujada del color del atún, un sendero lleno de espigas, rosales que no tenían espinas, si no algodón de azucar.
Cada noche, vivía enjaulada en un barco o en un avión con sala de baile. Tomaba esquisitos manjares, té endulzado y los quesos más caros.
Los pajaros píaban en su balcón y sentía que se derretía cuando cada noche, en cada uno de sus diferentes sueños, se enamoraba una y otra vez, de aquel chico que le hacía ver la vida del color más maravilloso del mundo, el amarillo.



*soñamos con un mundo mejor, cuando nisiquiera nosotros mismo nos lo podemos dar, keep smiling.
Y muchas veces creemos que estamos mal, cuando hay gente que esta peor. Cada problema es un caso, muchas veces debes olvidar al mundo para que el mundo deba aprender que estás ahí, y otras veces comprobaras quien es el verdadero mundo.

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