De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Oscurece.

La noche nos invade a todos por igual. Nos debora, nos arrastra, nos hace ser más débiles. Mientras la luna se rie de nosotros, por intentar cazarla, por intentar hacerla nuestra, cuando no es de nadie. Y mientras luchamos por nuestros ideales, por nuestros sueños, ella se rie de nosotros. Para terminar todos, por igual, deborados por la oscuridad.

Una reunión.

Eramos otra historia, eramos ella, yo y nadie más. Hacíamos lo que queríamos. reíamos por cualquier cosa, soñabamos con ser grandes, eramos felices. Al menos eso recuerdo cuando veo nuestras fotografías. Parecíamos felices pero, ¿ Lo eramos?. ¿ Lo eramos ahora? . Ahora no teníamos fotografías.
Yo, que tan a favor estaba de obtener recuerdos del pasado de algun modo, ya casi había olvidado cuanto me gustaba fotografiar mi vida, como el rodaje de una pelicula. Me gustaba ver como iba cambiando, pero no me gustaba en el pundo de mi vida donde me encontraba en esos instantes. Y solo quería poder seguir haciendo lo que más me gustaba hacía tan poco.
Ahora, ya no eramos ella y yo, solamente. Eramos más, después de tantos cambios, de tantos malos ratos, pero también de buenos, habíamos logrado ser bastantes. Los suficientes como para no olvidarnos aunque no nos vieramos, aunque cada uno formase una vida. Aunque nos odiaramos entre nosotros y a nosotros mismos por no llamarnos. Y aunque el mundo fuese evolucionando, os podría jurar, que allí seguiría yo, mirando aquellas fotografías de ella y mias. Y más tarde de todos ellos. Y más tarde las fotos de mi propia familia. 

Y de foto en foto, te das cuenta de que sigues siendo esa persona que cuando le dicen que vaya hacia la derecha, se mira la peca que tiene en la mano derecha para saber hacia que lado tiene que ir. Y coges tu mejor sonrisa y acabas haciendo fotos en todos los cumpleaños, bodas y bautizos que puedes. Aunque de verdad os pediría un favor. Que en mi boda, seais vosotros los que me hagais las fotos.

Se que empecé hablando solamente de ella, y acabé hablando de todo en general. Teneis que perdonarme, pero ella fue todo lo que yo tuve durante años. Fue mi apoyo y mi hombro, mis risas y mis pies. Al igual que yo lo fui de ella, espero. Luego aparecisteis los demás. Y apareció él. Y aunque nunca lo habría imaginado, ella sigue ahí, pero "la ella simbológica", se ha convertido en él. Ahora tengo un mejor amigo que siempre está ahí. Y que va a estar siempre ahí.  Y no hace falta que se lo pregunte, ni que me lo diga él mismo. Por que lo sé. 
¿Sabeis que es lo que más me gustaría ahora mismo? Dos cosas.
Hacer una foto de vosotros ahora mismo, para veros la cara que teneis ahora, toda la vida. Si es que leeis esto.
Y reuniros a todos.

Un paseo como los de antes.

Andaba por las calles de la cuidad y miraba una y otra vez las casas y los balcones, las ventanas y las personas. Lo miraba todo dos veces y veìa lo que había cambiado todo en mi ausencia. Incluso se veía mas bonito todo. Flores por todas partes, ni un trozo de papel en el suelo. Y pensar que antes odiaba tanto esa ciudad... Pero de lo que de verdad me di cuenta, es que no echaba de menos mi ciudad. Lo que de verdad echaba de menos eran las personas que había dejado en esa ciudad. La ciudad era solo una escusa para no odiarme tanto. Pero poco a poco lo superé. Los que quedaron en ella rehicieron su vida. Sin mi. Y los pocos que quisieron rehacer su vida conmigo, me esperaron y guardaron un trozo de sus corazones para mi. O eso fue lo que siempre espere de ellos.