Bohemio, así se describía a si mismo. La casa desordenada pero cada cosa en su lugar, colores grisaceos, pocos muebles y mucho espacio. Pinceles, lienzos, sabanas empapadas de color.
Pero a mi no me engañaba tan facilmente. En el lugar mas escondido de su hogar, fuera, donde nadie podía verlo si él no quería, había un par de girasoles. Amarillos y marrones con hojas verdes, llenos de color y vida. Tan cerca del sol como su mirada.
Y así descubrí que él no era bohemio.
Ese era el espacio- tiempo donde dejaba de ser él, para ser otra parte de si mismo que yo nunca entendería.
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