De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Camisa rota. Pantalones descosidos. Tumbada en la cama. 
El color rosa claro que hasta entonces había gobernado su vida se desteñía, transformandose en un grisaceo fantasmagórico... Y veía una luz, en la ventana, aunque muy lejana, que le decía palabras difíciles de entender. Todo aquello iba a desaparecer.
Tiempo al tiempo, el tiempo pone a cada persona en su lugar.
La confianza se gana, y él quiere ganársela.
Las lágrimas nos harán fuertes. Nos moldearán. Nos harán ser diferentes a los demás.
Gritos, suspiros, sollozos, lágrimas, no sabía como entender...
Y ahora, un poco más, pero ella lo entiende.

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