De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



El verano vive por siempre en su corazón.
Sabía porque le gustaban los veranos, pero no recordaba porqué.
Echaba de menos algo como esto.
Había olvidado la ensencia de vivir las noches tanto como los días.
Ese agosto le permitió escuchar, hablar, gritar, saltar al vacio, reir, respirar, ser libre, disfrutar, desear, capturar momentos por siempre en su memoria.
Quiso juntarlos a todos, los buenos, malos, viejos, presentes y futuros momentos para poder construir una felicidad neutra entre todos ellos. Quiso cortar de raiz momentos, personas. Y quiso saber cuando debía parar de recordar, cuando fue la última vez que había sido tan feliz.
Simplemente llego a tal punto su presión en que lloró, ya no sabía porqué , pero en ese momento supo que la persona que tenía delante, esa que había hecho un verano soportable para su cabecita, había creado un lugar en su mente donde siempre tendría un hogar, donde se podrían encontrar, donde quedarían guardados los recuerdos de aquel verano y cajones y cajones vacíos para las fotografías que haría en el futuro...

*Y se que soy una cabezota, pero el verano no ha terminado, todavía...

No hay comentarios:

Publicar un comentario