Ha entrado en un estado permanente de vigilia, no duerme, no come, no rie, ya no siente. Y busca todos los amaneceres del planeta, como si fuese lo único que le alimenta. Como si supiese que se acaba su vida, que ya no habrá más amaneceres, ni fiestas de bienvenida, ni flores, ni pasteles, ni risas, ni esas personas a las que tanto quiso, ni luces, ni tan siquiera habrá más noches de esas en las que ya ni duerme. Por eso, se enciende el "walkman", se tira en la cama y llora desconsoladamente una y otra vez, tras escuchar sus últimas palabras. Aquellas que él le dijo antes de irse con los amaneceres.
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