De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Reacciones espontaneas de una sin nombre.

 Ella, oscura y fria llego a la ciudad. Sueña, sueña con su mundo de hielo mientras la noche invade sus pensamientos, mientras su ropa mojada se congela en el miedo. Sueña la noche eterna, que no se hace de rogar. Ruge, la oscuridad profunda, eterna y miente, mientras la escarcha baña los tejados de su noche sin intimidad. Vuela riendo por encima de esa gente que se siente tan grande ante el mundo y en realidad no son nada. Y cuando los rayos de sol entran por la ventana, su sueño permanece abierto, la escarcha se derrite. Tiene miedo, las alas se evaporan rapidamente y cae al suelo con ellos. La ciudad duerme mientras un alma oscura esta soñando. No despierta nunca. Anda por la calle, durmiente, vagabunda, somnolienta, mentirosa y sonriente. Su piel es clara y sus ojos recorren la calle iluminandola, pero nadie se da cuenta.
Y de pronto lo encuentra, su diamante en bruto, su alma gemela, un hombre de piel clara, que ilumina la calle con sus ojos, al que nadie mira, al que nadie escucha. Se encuentran derrepente, la noche regresa, noche sin luna, noche oscura de nuevo, noches profundas y eternas hay pocas. Bajo los focos del viejo estadio, dos almas gemelas se encuentran, nadie los mira, nadie los escucha. Pero juntos iluminan todos esos focos que son los únicos que los espian. Exóticos, bellos, hermosos, diferentes, son absorbidos por un haz de luz que los desintegra del mundo.
  Despiera, la mujer de cristal ve como el sol ilumina su habitación, la mujer oscura, la mujer fria mira a su lado. La nada, la penumbra, un vaso de alcohol. Y ve como se destiñe, poco a poco, cuando la luz se esconde, y ve como revive esos momentos cuando la luz se muestra. Solo puede escuchar una melodia sorda en su cabeza, mientras ella enmudece por el miedo. No hay nada más que miedo en su mirada, esa mirada que la hace tan fria en esas noches oscuras, y profundas de la ciudad.

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