De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Te lo dedico a ti. Por tu aguante durante las noches largas de verano.

¿Es tanto pedir?
Que cuando sientas frío, te abriguen. Que cuando sientas ganas de llorar, te consuelen, te abracen.
Que cuando sonrías, te alaben. Que cuando creas que no hay nada más que te pueda hacer feliz, te den felicidad. Que cuando añores algo, te lo lleven a tu casa. Que te despierten con una sonrisa cada mañana. Que cuando necesites un espacio, te hagan ver que tu espacio está a su lado. Que haga que no importe ni la distancia ni el tiempo ni el espacio ni la edad ni la gente cuando todos se vuelven en tu contra, cuando estás lejos o cuando no estés, simplemente. Que se rompa por dentro de sueño y cansancio por ti, pero no duerma cuando necesitas salir de la jaula. Que te diga que estás magnifica cuando ni tan siquiera te has hecho más que una coleta en el pelo. Que sienta más miedo por lo que puedas pensar tu, y no por lo que puedan pensar los demás. Que cuando abras la puerta de tu casa aparezca gritando "Sorpresa!". Y que cuando lea esto, y te vea al día siguiente, te haga sentir orgullosa de lo que escribes.
Creo que no se puede pedir más pero puede que me haga ver que hay muchísimo más a su lado.
No es mucho pedir, cuando se tiene y no se quiere soltar.

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