De niña te enseñaban a ver el mundo en formas geométricas y colores primarios. Era como si los adultos necesitaran equiparte con logros. Luego tenías que pasarte el resto de tu vida desaprendiéndolos. Ésa era la vida, hasta donde ella podía entender. Hacer que todo fuera simple los primeros diez años y, por ese hecho, todo fuera mucho más complicado en los setenta siguientes.



Un trabajo de verano de los de antes.

Esa madrugada, el suelo era un buen lugar donde pasar las horas sentada. Tibby excavaba entre las pequeñas rocas del yacimiento mientras imaginaba que encontraba un nuevo trozo de lámpara de aceite. Fragmento. Recordaba a Lewis en sus tardes libres, cuando, cada vez que ella decía pedazo o trozo, él reprochaba la palabra "Fragmento".
Si encontraban un hueso, un diente de leche, un pedazo de lámpara, pinturas en las paredes de la rocosa cueva, o cualquier indicio de vida, llamaban a Tibby la "sin miedo".
Esta, empezó a pensar si de verdad no importaba cuanto tiempo llevara un cuerpo enterrado para poder desenterrarlo. Suponía que podía hacerse desde que el cuerpo se desprende totalmente del mundo, desde el momento en que nadie ni nada es enlazado con su alma y su ser. Pero a Tibby le quedaban muchas cosas por aprender...

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